En el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
¡Oh augusta Reina de las Victorias,
oh Virgen soberana del Paraíso!,
cuyo nombre poderoso alegra los cielos
y hace temblar de terror a los abismos.
¡Oh gloriosa Reina del Santísimo Rosario!,
Nosotros, los venturosos hijos vuestros,
postrados a vuestras plantas
derramamos entre lágrimas l
os afectos de nuestro corazón,
y con la confianza de hijos
os manifestamos nuestras necesidades.
Desde ese trono de clemencia
donde os sentáis como Reina,
volved, ¡oh María!,
vuestros ojos misericordiosos a nosotros;
a nuestras familias, a nuestra nación,
a la Iglesia Católica, al mundo todo,
y apiadaos de las penas
y amarguras que nos afligen.
Mirad, ¡oh Madre!,
cuántos peligros para el alma y cuerpo
nos rodean;
cuántas deudas, calamidades
y aflicciones nos agobian.
(Hacer la petición)
Detened el brazo de la justicia
de vuestro Hijo ofendido,
y con vuestra bondad subyugad
el corazón de los pecadores,
pues ellos son nuestros hermanos
e hijos vuestros,
que al dulce Jesús costaron sangre divina
y a vuestro sensibilísimo Corazón
indecibles dolores.
Mostraos hoy para con todos
Reina verdadera de paz y de perdón.
Dios te salve, Reina y Madre...
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