Este es el automóvil de Dios.
Ni causa ni recibe daños en su tránsito.
La mano de Dios lo conduce.
La sabiduría de Dios escoge la ruta.
La ley del orden y del mecanismo
perfecto se manifiesta en todo su mecanismo.
No hay temor en sus ocupantes pues la
presencia de Dios les bendice con Espíritu de paz.
El conductor de este automóvil
es un emisario del Espíritu.
La sabiduría de Dios le inspira vigilancia,
buen juicio y decisiones rápidas.
La paciencia de Dios le infiltra
temperancia y cortesía.
El Espíritu del Señor está en él y le dirige en
todos los caminos.
Amen
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