Por mucho tiempo, Santa Brígida
había deseado saber cuántos latigazos
había recibido Nuestro Señor en Su Pasión.
Cierto día se le apareció Jesucristo, diciéndole:
“Recibí en Mi Cuerpo cinco mil,
cuatrocientos ochenta latigazos; son 5.480 azotes.
Si queréis honrarlos en verdad, con alguna veneración,
decid 15 veces el Padre Nuestro;
también 15 veces el Ave María,
con las siguientes oraciones, durante un año completo.
Al terminar el año, habréis venerado
cada una de Mis Llagas”.
(Nuestro Señor mismo le dictó las oraciones a la santa.)
Primera Oración
1 Padre Nuestro...
(Padre nuestro, que estás en el Cielo,
Santificado sea Tu Nombre;
venga a nosotros Tu Reino;
hágase Tu Voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.)
1 Ave María...
(Dios te salve María, llena eres de Gracia
el Señor es Contigo;
Bendita Tú eres entre todas las mujeres,
y Bendito es el Fruto de Tu Vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros,
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.)
¡Oh Jesucristo ¡Sois la eterna dulzura
de todos los que Os aman;
la alegría que sobrepasa todo gozo y deseo;
la salvación y esperanza de todos los pecadores.
Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de
permanecer en medio de los hombres, en la tierra.
Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana,
en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos.
Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Concepción y especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado
y ordenado desde toda la eternidad, según el plan divino. Acordaos, Oh Señor, que durante la última cena con Vuestros discípulos les habéis Lavado los pies; y después, les distéis Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura,
les anunciasteis Vuestra próxima Pasión.
Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma,
como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo
”Mi Alma está triste hasta la muerte.”
Acordaos de todos los temores, las angustias
y los dolores que habéis soportado,
en Vuestro Sagrado Cuerpo,
antes del suplicio de la crucifixión.
Después de haber orado tres veces,
todo bañado de sudor sangriento,
fuisteis traicionado por Vuestro discípulo. Judas;
apresado por los habitantes de una nación
que habíais escogido y enaltecido.
Fuisteis acusado por falsos testigos
e injustamente juzgado por tres jueces;
todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra madurez,
y en la solemne estación pascual.
Acordaos que fuisteis despojado
de Vuestra propia vestidura,
y revestido con manto de irrisión.
Os cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas. Después, coronándoos de espinas,
pusieron en Vuestras manos una caña.
Finalmente, fuisteis atado a la columna,
desgarrado con azotes y agobiado de oprobios y ultrajes.
En memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz
concededme antes de morir, una contrición verdadera,
una confesión sincera y completa, adecuada satisfacción;
y la remisión de todos mis pecados.
Amén.
Segunda Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús, la verdadera libertad de los ángeles
y paraíso de delicias! Acordaos del horror y la tristeza
con que fuisteis oprimido, cuando Vuestros enemigos
como leones furiosos, os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos
y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo.
En consideración a estos tormentos y a las palabras injuriosas, Os suplico. ¡Oh mi Salvador, y Redentor!
que me libréis de todos mis enemigos
visibles e invisibles y que bajo Vuestra protección,
hagáis que yo alcance la perfección de la salvación eterna. Amén.
Tercera Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra,
al que nada puede contener ni limitar!
Vos abarcáis todo; y todo es sostenido
bajo Vuestra amorosa potestad.
Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis
cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados,
golpe a golpe clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies
a la Cruz. Y no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor,
agrandaron Vuestras Llagas,
agregando dolor sobre dolor.
Con indescriptible crueldad.
Extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz.
Y con jalones y estirones violentos,
en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
¡Oh Jesús!, en memoria de este santo dolor
que habéis soportado con tanto amor en la Cruz,
Os suplico concederme la gracia de temeros y amaros. Amén.
Cuarta Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
O Jesús, Médico Celestial! elevado en la Cruz
para curar nuestras llagas con las Vuestras!
Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos
que habéis sufrido en todos Vuestros Miembros;
y que fueron distendidos a tal grado,
que no ha habido dolor semejante al Vuestro.
Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta
de tormentos. Sin embargo,
olvidando todos Vuestros sufrimientos,
no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos,
a Vuestro Padre Celestial, diciéndole:
“ Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”
Por esta inmensa misericordia, y en memoria
de estos sufrimientos, Os hago esta súplica:
conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta contrición,
y la remisión de todos nuestros pecados.
Amén.
Quinta Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús!, ¡Espejo de Resplandor Eterno!
Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido
al contemplar con anticipación, las almas que habían
de condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad,
habéis vislumbrado la predestinación de aquellos
que se salvarían, mediante los méritos
de Vuestra Sagrada Pasión.
Simultáneamente habéis contemplado tristemente
la inmensa multitud de réprobos que serian condenados
por sus pecados; y Os habéis quejado amargamente
de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores. Por este abismo de compasión y piedad
y principalmente por la bondad que demostrasteis
hacia el buen ladrón, diciéndole:
“Hoy estarás conmigo en el Paraíso”,
hago esta súplica, Dulce Jesús.
Os pido que a la hora de mi muerte
tengáis misericordia de mí.
Amén.
Sexta Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús. Rey infinitamente amado y deseado!
Acordaos del dolor que habéis sufrido, cuando, desnudo
y como un crimina! común y corriente, fuisteis clavado
y elevado en la Cruz. También! fuisteis abandonado
de todos Vuestros parientes y amigos
con la excepción de Vuestra muy amada Madre.
En Vuestra agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos;
luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a Maria:
“mujer, he aquí a tu hijo!” Y a Juan:
“ He aquí a tu Madre! Os suplico,
Oh mi Salvador, por la espada de dolor
que entonces traspasó el alma
de Vuestra Santísima Madre,
que tengáis compasión de mí.
Y en todas mis aflicciones y tribulaciones,
tanto corporales como espirituales,
ten piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas,
y especialmente en la hora de mi muerte.
Amén.
Séptima Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús, inagotable Fuente de compasión,
ten compasión de mí! En profundo gesto de amor,
habéis exclamado en la Cruz:
“Tengo sed”
Era sed por la salvación del género humano.
Oh mi Salvador os ruego
que inflaméis nuestros corazones
con el deseo de dirigirnos a la perfección,
en todas nuestras obras.
Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal
y el ardor de los apetitos mundanos.
Amén.
Octava Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús, Dulzura de los corazones
y Deleite del espíritu!
Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado
en la Cruz, por amor a nosotros,
oíd nuestros ruegos.
Concedednos la gracia de recibir dignamente
Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima
durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte
para servir de remedio y consuelo a nuestras almas.
Amén.
Novena Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús, Virtud real y gozo del alma!
Acordaos del dolor que habéis sentido,
sumergido en un océano de amargura,
al acercarse la muerte, insultado y ultrajado por los judíos. Clamasteis en alta voz que habíais sido abandonado
por Vuestro Padre Celestial, diciéndole:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
Por esta angustia, Os suplico, Oh mi Salvador,
que no me abandonéis en los terrores
y dolores de mi muerte.
Amén.
Décima Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús. Principio y Fin de todas las cosas.
Sois la Vida y la Virtud plena!
Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido
en un abismo de penas, sufriendo dolor
desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza.
En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a Vos,
todos Vuestros Mandamientos;
cuyo camino de Vuestra Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que Os aman,
Amén.
Undécima Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia!
En memoria de las llagas que penetraron
hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas,
para atraerme hacia Vos, presento esta súplica.
Yo, miserable pecador, profundamente sumergido
en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado.
Ocultadme de Vuestro Rostro tan justamente irritado
contra mí. Escondedme en los huecos
de Vuestras Llagas hasta que Vuestra cólera
y justìsíma indignación hayan cesado.
Amén.
Duodécima Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús! Espejo de la Verdad,
Sello de la Unidad. y Vínculo de la Caridad!
Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies.
Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas,
Oh dulce Jesús,
por la efusión de Vuestra adorable Sangre.
¡Oh, qué dolor tan grande y repleto
habéis sufrido por amor a nosotros,
en Vuestra Carne virginal! ¡Dulcísimo Jesús!
¿Qué hubo de hacer por nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido!
¡Oh amable y adorable Jesús!
Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión,
que el Fruto meritorio de Vuestros sufrimientos
sea renovado en mi alma.
Y que en mi corazón, Vuestro Amor aumente
cada día hasta que llegue a contemplaros en la eternidad. ¡Oh Amabilísimo Jesús!
Vos sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera,
que Os pido concederme en el Cielo.
Amén.
Décima-Tercera Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús! ¡Fuerte León, Rey inmortal e invencible!
Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas,
tanto morales como físicas,
inclinasteis la Cabeza y dijisteis:
“Todo está consumado”.
Por esta angustia y dolor, os suplico, Señor Jesús,
que tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte
cuando mi mente estará tremendamente perturbada
y mi alma sumergida en angustia.
Amén.
Décima-Cuarta Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús! ¡Unico Hijo del Padre Celestial!
esplendor y semejanza de su Esencia!
Acordaos de la sencilla y humilde recomendación
que hicisteis de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole:
“¡Padre en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!”
Desgarrado Vuestro Cuerpo,
destrozado Vuestro Corazón,
y abiertas las Entrañas de Vuestra misericordia
para redimirnos, habéis expirado.
Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico,
Oh Rey de los santos, confortadme.
Socorredme para resistir al demonio, la carne y al mundo.
A fin de que, estando muerto al mundo,
viva yo solamente para Vos.
Y a la hora de mi muerte,
recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.
Décima-Quinta Oración
1 Padre Nuestro...
1 Ave María...
¡Oh Jesús! ¡Verdadera y fecunda Vid!
Acordaos de la abundante efusión de Sangre
que tan generosamente habéis derramado
de Vuestro Sagrado Cuerpo.
Vuestra preciosa Sangre fue derramada
como el jugo de la uva bajo el lagar.
De Vuestro Costado perforado por un soldado,
con la lanza, ha brotado Sangre y agua,
hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna.
Finalmente, como un haz de mirra,
elevado a lo alto de la Cruz.,
la muy fina y delicada Carne Vuestra fue destrozada;
la Substancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada;
y disecada la médula de Vuestros Huesos.
Por esta amarga Pasión,
y por la efusión de Vuestra preciosa Sangre,
Os suplico, Oh dulcísimo Jesús,
que recibáis mi alma,
cuando yo esté sufriendo en la agonía de mi muerte.
Amén.
Conclusión
¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón,
a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia
me sirvan de pan, día y noche.
Convertidme enteramente, Oh mi Señor, a Vos.
Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua.
Y que mi conversación Os sea agradable.
Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable,
que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso;
y alabaros para siempre en el Cielo
con todos Vuestros santos.
Amén.