María, madre del amor hermoso,
dulce muchacha de Nazareth,
tu que proclamaste la grandeza del Señor y,
diciendo que "si", te hiciste madre
tu que proclamaste la grandeza del Señor y,
diciendo que "si", te hiciste madre
de nuestro Salvador y madre nuestra:
Atiende hoy las suplicas que te hago.
En mi interior una nueva vida está creciendo:
un pequeño que traerá alegría y gozo,
inquietudes y temores,
esperanzas y felicidad a mi hogar.
Cuídalo y protégelo mientras yo lo llevo en mi seno.
Y que, en el feliz momento del nacimiento,
cuando escuche sus primeros sonidos
y vea sus manos chiquitas,
pueda dar gracias al Creador
por la maravilla de este don que Él me regala.
Que, siguiendo tu ejemplo y modelo,
pueda acompañar y ver crecer a mi hijo.
Ayúdame e inspírame para que él encuentre en mi
un refugio donde cobijarse y, a la vez,
un punto de partida para tomar sus propios caminos.
Además, dulce Madre mía, fíjate especialmente
en aquellas mujeres que enfrentan este momento solas,
pueda dar gracias al Creador
por la maravilla de este don que Él me regala.
Que, siguiendo tu ejemplo y modelo,
pueda acompañar y ver crecer a mi hijo.
Ayúdame e inspírame para que él encuentre en mi
un refugio donde cobijarse y, a la vez,
un punto de partida para tomar sus propios caminos.
Además, dulce Madre mía, fíjate especialmente
en aquellas mujeres que enfrentan este momento solas,
sin apoyo o sin cariño.
Que puedan sentir el amor del Padre
y que descubran que cada niño que viene al mundo
Que puedan sentir el amor del Padre
y que descubran que cada niño que viene al mundo
es una bendición.
Que sepan que la decisión heróica
de acoger y nutrir al hijo les es tenida en cuenta.
Nuestra Señora de la Dulce Espera,
dales tu consuelo y valor.
Amén
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