¡Señor y Dios mío,
seas siempre bendito y alabado
mi Jesús Sacramentado!
mi Jesús Sacramentado!
¡Oh Jesús!,
que no contento con morir crucificado
después de haber sufrido la más cruel de las pasiones
por amor a nosotros los hombres pecadores,
has querido permanecer siempre cerca
y voluntariamente te constituyes
en el Santísimo Sacramento.
Mil gracias Señor,
vengo a ti y me acerco como un hijo al hogar.
Vengo a exponerte mis quebrantos,
miserias, infortunios, necesidades,
como los que se confían al mejor de los amigos.
Tú me miras y estás presto a consolarme.
Como lo hiciste en tu vida terrenal
sobre tantos que imploran Tu clemencia,
tiende ahora tu santa mano para alejar
de mi y de los mios, las intranquilidades
que nos mantienen en zozobra.
Eres todopoderoso.
Nada se oculta a tus ojos.
Lees en el fondo de mi alma mis penas y alegrías,
sabes todo cuanto quiero y cuanto necesito.
Ayudame mi amado Jesus Sacramentado.
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