No desistas, Señor,
sigue insistiendo en venir a nosotros,
en hacerte vecino del dolor y de la lágrima.
Ven más cada mañana,
nunca dejes de acercarte
y protégenos con tu presencia.
Sucede que la arcilla es así,
que está rajada de añoranza y de amor
y nuestro cántaro se nos queda sin sol,
se cuela el agua hacia Ti.
Sigue empeñado,
a pesar de nosotros y la aurora,
viniendo a nuestra sed.
Llegará un día
en que todo estará
como Tú quieras.
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